Nace como Capilla Nuestra Señora de Los Rayos de Lo Ovalle. La CAPILLA BEATO JUAN XXIII es la primera de las seis capillas que forman la Parroquia. Comenzó con sus trabajos pastorales el dia 23 de octubre de 1963. En sus inicios, se cuenta con un terreno, el cual es adquirido con la ayuda del Arzobispado y con aportes de familias del sector. Se construye un galpón, que en primera hora sería el Templo, pero por sugerencias del Señor Cardenal Don Raúl Silva Hernríquez quien les orientó cambiar de lugar que es donde se encuentra actualmente. Esta iniciativa provocó un gran entusiasmo en la comunidad que estaba formando por ese entonces, logrando reunir los recursos materiales a través de diversas actividades. El Padre Mauricio Hurtón P. , junto al Diácono Don Jose Donoso; uno de los primeros Diáconos de Chile, inician este proyecto en el año 1969.Las celebraciones Litúrgicas se realizaban en una pieza de madera ubicada donde hoy se encuentra las salas de reuniones, en ese lugar permanece por un largo tiempo. El trabajo de la construcción de la nueva capilla fue terminando en el periodo del Padre Francisco Antonio Dussaut G., con la incansable colaboración del hermano Jorge Vega o.d. y de tantas personas que a través de diversas actividades llevan a cabo este proyecto.

La misión  de nuesta Capilla es tener un encuentro personal y comunitario con Jesucristo reconociéndolo y amándolo como el Señor de nuestras vidas, de esa manera la comunidad salió a la calle anunciando el Evangelio de diversas formas: Procesiones, Rosario del alba, Virgen Peregrina, etc. La Bendición de la capilla fue clebrada por el Padre Francisco Antonio Dussaut G., quién era decano del Decanato de Gran Avenida en el año 1982, al término de la Cuarta Semana de Evangelización que la comunidad celebra para recordar fundación en el mes de Octubre. En el mes de Noviembre de 1983, celebra su primera Misa en la capilla el recién ordenado Sacerdote, Padre Aquiles Altamirano H., Primer Sacerdote Chileno de los Oblatos Diocesanos, la alegría de que el carisma Oblatino habia llegado a la capilla es inmensa. No se puede dejar de mencionar la gran fuerza que unió a la comunidad en la oración y en el trabajo para entregar la palabra del Señor, lo que se mantiene hasta nuestros días.

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