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LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS

EVANGELIO SEGÚN MATEO 19,30 – 20,16

XXV Domingo durante el año -  21 de Septiembre de 2014.

 

Preparación.   En estos días de Fiestas Patrias, busca el lugar adecuado y el mejor momento para orar. Pon algunos signos: un crucifijo, un cirio encendido, una bandera chilena.

 

La viña del Señor es amplia, alcanza a todas las personas y todos los ámbitos en que nos desenvolvemos. El Reino de Dios es un regalo, un Don, y es para todos, sin distinciones. ¡Dios vive en la ciudad! ¡Todos sirven para trabajar en Su viña!

 

Invoquemos al Espíritu Santo, pidiéndole que ilumine nuestro entendimiento para comprender Su Palabra y que Él mueva nuestros corazones para reconocer Su infinita Bondad, Justicia y Libertad. ¡Que dejemos a Dios ser Dios y Padre de todos!

 

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.

 

Espíritu del Señor, Espíritu que sorprende cuando llega y hace brotar la Vida,

haz fértil la larga y angosta viña donde vive y trabaja el pueblo de Chile.

Lejos de Ti la mentalidad de segregación,

porque Tu Presencia nos convoca a la unidad y la comunión,

a compartir los esfuerzos y los frutos del trabajo de todos.

Por eso, a Ti te invocamos, Espíritu de Dios,

ven y fecunda esta viña que te espera,

que se abre a Ti gozosa para acoger la Palabra divina,

la única que puede darnos respuesta y saciar nuestra sed,

la única que puede hacer fértil nuestra Patria y llenar su alma de alegría.

Ven y concédenos Tu plenitud; ven y que nuestro espíritu se goce contigo;

Ven y que nuestra hambre de Vida se satisfaga en Tus dones.  Amén.

 

CANTO.

 

¡Mi Dios, Tú eres grande y hermoso,

Dios viviente e inmenso, Tú eres el Dios de amor!

¡Mi Dios, Tú eres grande y hermoso,

Dios viviente e inmenso, Dios presente en toda creación!

Y por los animales de la tierra y el agua, por el canto del ave y el cantar de la vida,

por el hombre que hiciste semejante a Ti, y por todos Tus hijos, quiero gritar...

 

I.   LECTURA.   ¿Qué dice el texto de Mateo 19,30 – 20,16?

 

a)  Introducción.  Mientras Jesús vivió entre los Suyos, se manifestó como el Mesías prometido al Pueblo elegido, pero muchos de éstos que eran “los primeros”, no le siguieron. Al contrario los publicanos, prostitutas y pecadores, “los últimos”, creyeron en Él y cambiaron de vida.

¿Qué situación enfrentaba la comunidad cristiana de origen judío en los años 80 dC a quienes se dirige Mateo? Muchos cristianos de origen judío habían pasado por el cumplimiento de la Ley y por la circuncisión y habían perseverado en la fe en Jesucristo Resucitado. Otros incluso recibieron el testimonio directo de alguno de los Doce. Según los criterios del mundo, tenían merecimientos suficientes para ser considerados “los primeros” y alcanzar un lugar en el Reino.

A ellos se unieron, por esos años, nuevos conversos de origen pagano, de oficios y pueblos diversos, que creyeron “sin haber visto ni oído”. Sin duda éstos eran de “los últimos”. Según los criterios del mundo, no tenían ningún mérito.

Para Jesús, todos son llamados a trabajar en la viña. Todos invitados, por lo tanto, a integrarse a la comunidad, a proclamar la fe y la enseñanza recibida, y a celebrar la Fracción del Pan en sus casas, anunciando al mundo la Buena Noticia del Resucitado.

En nuestros tiempos, ¿quiénes trabajan en la viña del Señor?, ¿quiénes “merecen”, a ojos del mundo, ser de Su viña y colaboradores Suyos? Con los criterios del mundo, ¿a quiénes consideramos sin merecimientos? ¿Cómo se ha metido esta mentalidad en nosotros? ¿Qué nos dice Jesús?... ¡Escuchemos!

 

b)  Lectura del texto de Mateo 19,30 – 20,16.  Lee el texto en voz alta la primera vez para entender el contenido. Vuelve a leerlo, para comprender el mensaje y conocer sobre todo los criterios de Dios y de Jesús.

 

c)  Preguntas para releer el texto.

+  ¿Cuántas veces sale el propietario a contratar obreros? ¿Qué salario pacta con ellos?

+  ¿Quiénes son los primeros en recibir su salario? ¿Cuánto recibe cada trabajador?

+  ¿Cómo reaccionan los contratados a primera hora de la mañana?

+  ¿Qué responde el dueño de la viña? ¿Qué virtudes manifiesta con su actuar?

 

d)  Una palabra que requiere explicación.

+  Un denario = una moneda de plata romana, el salario para un día de trabajo pesado. ¿A cuánto equivaldría hoy en Chile?... 10 mil pesos aprox.

 

 

II.   MEDITACIÓN.   ¿Qué me dice el texto de Mt 19,30 – 20,16?

 

Releo el texto y lo recibo como una invitación personal de Jesús a cambiar mis criterios y actitudes. Lo aplico a mi vida actual, con espíritu abierto, humilde y generoso.

 

  • En mi entorno familiar o laboral, ¿a quiénes exijo hacer “méritos” para que obtengan mi aprecio o alguna recompensa?

  • ¿En qué situaciones actúo comparando, segregando o compitiendo con otros? ¿Cómo llegué a asumir esa mentalidad? ¿Dónde la aprendí?

  • ¿Por qué me cuesta tanto valorar los esfuerzos, y sólo exijo buenos resultados?

  • ¿En qué situaciones me veo aplicando los criterios del mundo a las cosas de Dios?

  • ¿Qué entiendo por “Dejar a Dios ser Dios”?

  • ¿Cuál es mi respuesta hoy a la invitación que Jesús me hace a trabajar en Su viña?

     

     

    III.   ORACIÓN.   ¿Qué le digo al Señor luego del regalo de Su Palabra?

  •  

  • ¡Señor, qué diferente es Tu justicia a la del mundo! ¡Cuántas veces buscamos recompensa y reconocimiento por lo que hacemos por los demás! Olvidamos que esto es simplemente nuestra obligación; más aún, un privilegio que Tú nos otorgas, al poder servir a otros.

     

    ¿Qué quiero agradecerle a Jesús, a Dios Padre, al Espíritu Santo?... ¿De qué actitudes y acciones me arrepiento y quiero pedirle perdón?... En estos días, ¿qué le pido al Señor para los trabajadores de nuestro país, en especial para quienes realizan labores pesadas o rutinarias, a veces mal remunerados y sujetos a excesivas exigencias?... ¿Qué le pido a Dios para todo el pueblo de Chile, en especial para quienes se sienten “sobrantes” o “inútiles”?... ¿Qué le pido a Jesús para nuestra Iglesia, en particular para nuestra comunidad?... ¿Qué Gracia pido para mí mismo(a), a fin de asumir con nueva mentalidad mi servicio en la viña del Señor?...

     

    Termino mi oración cantando:

  •  

  • ¡Qué lindo es vivir para amar!  ¡Qué grande es tener para dar!

    ¡Dar alegría y felicidad, darse uno mismo, eso es amar!

     

     

    IV.   CONTEMPLACIÓN.   Dejo que el Señor me ame y transforme mi corazón.

  • Escucho en silencio al Señor que visita mi corazón y mi vida. Dejo que Él me ame, me sane y me transforme interiormente.

     

    Dejo a Jesús ser mi Señor y mi Dios. Permito que Él me muestre Sus caminos, Sus criterios y Sus grandes anhelos para Su Pueblo, la Iglesia, y para nuestro país.

     

    Escucho en silencio la invitación que me hace, a mí concretamente, con mis dones y mis debilidades. Hay mucho trabajo en la viña y los obreros son pocos. Él quiere integrarme hoy mismo a Su viña. Él me dirá dónde y para qué me necesita.

     

    Dejo que el Señor mueva mi corazón y mi voluntad, para acoger con alegría Su envío, a amar y a servir en Su Nombre.

     

    ¡Grande eres, Señor, y muy digno de alabanza: Tu grandeza es insondable!

     

    ACCIÓN.   Y ahora, ¿cómo haré vida esta Palabra?

  • ¿Qué pequeños cambios haré en mi vida diaria para escuchar y servir mejor a otros?

  • ¿Qué me propongo hacer en estos días para “dejar a Dios ser Dios” en mi vida?

  • ¿Cuál será mi compromiso concreto con los más necesitados de nuestro país, de nuestra Iglesia, de mi barrio?

     

    CANTO.

    ¡Ven, Señor, de las altas montañas!  ¡Ven, Señor, de los mares profundos, ven!

    ¡Devuélvele el alma a Tu Pueblo, ven!  ¡Devuelve la vida a este mundo!

     

    Bienvenido, Señor, a esta tierra que fue copia feliz del Edén.

    Hoy Te abrimos la puerta por dentro, ven y alumbra en nosotros el bien.

    Bienvenido, Señor, a esta casa, quédate cuanto quieras estar,

    y los padres, los hijos, los nietos, sentirán el calor del hogar.

     

    Nos desarma la desesperanza, nos vacía la falta de fe.

    No hay hermano que atienda al hermano, no hay copa que apague la sed.

    Pero Tú que bajaste a elevarnos, abrazando la muerte y la Cruz,

    volverás a sanar a Tu gente, barrerás la maldad con Tu luz.

     

    Nos confunden los falsos reflejos, los alardes de un mundo mejor

    nos consumen el cuerpo y el alma. Nos congela la ausencia de amor.

    Pero Tú bajarás de lo alto, andarás sobre el mar otra vez.

    ¡Resucita a este mundo que muere, como a Lázaro, ponlo de pie!

     

    *  *  *  *  *  *  *

     

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